jueves, 19 de julio de 2007

Muro de las lamentaciones (I)

¿Cuanto tiempo seguiré creyendome Rick Blaine?


Tu me gustabas desde hacía bastante tiempo. Aun recuerdo las mañanas, al llegar a donde trabajabas, que siempre tenías una sonrisa, de esas sinceras, de esas que ya no quedan. Pasábamos el tiempo, entre unos y otros, riendo, hablando y, a veces, estudiando. Pero jamás se me pasó por la cabeza la posibilidad de tener algo contigo.

Pasaron las semanas, los meses, y nuestra confianza aumentó, aun por encima de lo que creíamos. Esas miradas perdidas, descubiertas por algún observador casual, que no duda en tratar de dejarte en ridículo. Esos gestos que salen tan naturales, y que de repente eres consciente de ellos y te sientes violento. Como aquella vez que te quedaste dormida en mi rodilla y al despertar, sobresaltada, te preguntaste que hacías ahí. Y una vez que escapaste completamente del sueño, me confesaste lo cómoda que te sentías, durmiendo a mi lado.

Algún halago. Muchas conversaciones. Varios sueños compartidos. Pero solo como lo hacen los amigos. Aunque siempre con el atisbo lejano de ese “algo más”, que tantas veces buscamos.

Aquella noche tu estabas radiante. Recuerdo que la pasamos bebiendo, riendo, hablando y bailando, yo fatal, como siempre. No se porqué aquella noche te noté especialmente cerca. Siempre estabas a mi lado y cruzamos más de una mirada. Las horas pasaron rápidas, y llego el momento de irse. Me despedí de todo el mundo, dejándote a ti para el final. Lo mejor. Como los niños. Tu no me lo permitiste. Te acercaste a mí, me abordaste en mitad de mi labor, me cogiste de la mano y, dulcemente me dijiste, invitándome con tu mirada:

- ¿Y a mí? ¿No me vas a dar un beso?

Aunque confieso haber tenido algún atisbo de duda, si alguien me hubiese oído no habría dudado de mi confianza. Esa que nunca he tenido.

- Uno no. Los que tu quieras

Tras los besos me fui. Jamás volví a verte. Nuestros caminos se separaron. Quedó alguna puerta entreabierta pero pensé que, quizá, era mejor no cruzarla. Nuestros mundos estaban ya, demasiado alejados.











Lastima que tardase semanas en descubrir que, cuando me pediste que te besará, no querías que te diese dos besos en las mejillas.

6 comentarios:

Yakel dijo...

Juas, quien era ella...........

La conozco, o tan sólo es el sueño, o la pelicula?

Quedan tantas historias por escribir.......

Un abrazo nene

M.s.A dijo...

No he podido evitar entrar para ver porque me recomendabas leer el muro de las lamentaciones...
excelente lectura... es un placer leer historias tan bellas

Seth dijo...

Se sale un poco de la linea del resto de mis escritos.

Para mi si que es un placer tener lectores y lectoras como tu.

Gracias :)

Anónimo dijo...

Precioso relato. Siempre nos quedara París

Seth dijo...

Muchas gracias misterioso/a anonimo. Es... como la vida misma.

París... sería maravilloso volver.

Anónimo dijo...

Yo volveré, y sin duda, me acordaré de ti.