jueves, 19 de julio de 2007

Comunicación contemporanea


Teléfonos, teléfonos móviles, internet... dicen que vivimos en la época de la información y de la comunicación y no les falta motivo. Es un gran avance, sin ninguna duda, para la transmisión de noticias, de información de interés particular o general y, en definitiva, para la globalización del conocimiento. Nadie discute, o casi nadie, que ha supuesto una gran mejora para la civilización, agilizando trámites que antes llevaban semanas, incluso meses. El correo convencional casi ha muerto, al menos en cuanto a cartas se refiere, y la telefonía fija está en proceso de extinción. Se esta consiguiendo, poco a poco, que todo y todos estemos más cerca.

Pero... ¿qué ocurre con la comunicación entre personas? El correo, los sms y los sistemas de mensajería instantánea son los reyes en una época en la que todo va demasiado deprisa. Yo, que aun recuerdo un mundo sin móviles y sin internet, antes tenía ¿cuántos?... 5... 10 amigos. De los de verdad, me refiero. Ahora los he cambiado por 150 contactos en el Messenger y otros tantos en el móvil. Mantengo ‘conversaciones’ con aproximadamente el 20% de ellos de manera regular, pero veo solo de manera habitual al... 5%? Vivimos en una época en la que, en casi todos los sentidos, se ha cambiado la calidad por la cantidad. Vemos diez películas en la televisión antes de ir a ver una al cine. Escuchamos cientos de canciones, en vez de disfrutar de verdad de unas pocas y bailarlas abrazados. Devoramos libros en vez de leerlos y paladearlos. Nos empachamos de información en internet, antes de preguntar a alguien... con lo bonito que es enseñar, y ser enseñado. Y decimos cosas a muchos, en vez de intentar hablar con unos pocos. Es más fácil quedarse en casa, charlando por medio de internet con 10 ‘cyberamigos’, que encontrarse en un café con un par de ellos, y mantener una conversación completa. Con sus pausas, con su ritmo, componiendo una melodía tocada por una orquesta, en vez de ser instrumentos realizando consecutivos solos. Yo mismo considero estos nuevos medios, como casi imprescindibles a día de hoy. Pero a veces recuerdo, con cariño, esa época en la que se quedaba con alguien para dentro de dos o tres días, en vez de esperar la confirmación por medio del móvil media hora antes de la cita. Dicen que los móviles nos dan libertad, independencia. Pero es justo lo contrario, porque dependemos de los demás, de sus cambios de planes, de opinión, de ideas. Y ellos de los nuestros. Antes, todo el mundo tenía claro si tenía compromisos o no. ¿Y los plantones? ¿Qué fue de esa hora esperando a aquella chica que no llega, y que no avisa porque no puede avisar? Esa incertidumbre, ese miedo por si le ha pasado algo... Ese deseo contenido. Tenía su romanticismo. Hoy no hay incertidumbre, solo certezas, llamadas y, en muchas ocasiones, egoísmo.

A veces me pregunto como sería la vida antes. Sin teléfono, dependiendo como mucho de las cartas, el medio de comunicación mas romántico que ha existido y existirá, esperando esa misiva que no llega y deseando, de verás, ver a otras personas. Porque no había otra manera de conversar con ellas.Todo esto lo digo, o mejor dicho, lo escribo, mientras converso con dos amigos por el messenger. Y escribo un texto que va destinado a un blog, otro método moderno de comunicación, en el cual ya ni es necesario interlocutor. Podría, sin embargo, estar en el cine, con alguien. Quizá contigo, que ahora lees estas líneas. O disfrutando de una cerveza en la terraza del bar de enfrente. ¿Pero para qué? Con lo maravillosa que es la comunicación contemporánea!

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