viernes, 15 de junio de 2007

Escarcha (III)

La dulce brisa acaricia mi piel. Primavera. Tu y yo, y aquel columpio. La de horas que pasamos allí, hablando.Riendo . Cuando todavía no eramos nada más que dos niños que jugaban a conocerse. Cuando empezaba a nacer una ilusión que aun crece, y que no parece tener fin.

- ¿Recuerdas cuando nos conocimos?
- No
- ¿Qué...?
- Jajajajaja, no pongas esa cara tan seria. Como lo iba a olvidar, bobo. Tenías la misma cara de pardillo que se te ha puesto ahora al oir lo que he dicho.
- Eres mala
- Y tu bobo. Besame

Fresa acida. Siempre me supieron así tus labios. Pero no es un sabor, propiamente dicho. Es la sensación, acida al principio, casi electrica. Y luego dulce y duradera. Me acaricias el pelo y bajas la mano hasta el cuello. Sabes que me encanta, porque se me pone la piel de gallina. Tus caricias siempre lo hacen. Desprenden un calor intenso que no quema. A veces siento, como si acariciases directamente mi corazón con la yema de tus dedos.

- Parece que se esta nublando.

Un extraño escalofrío recorre mi espalda, penetra mi medula. Que extraño. Pero es cierto, esta nublándose. Y se otea tormenta en el horizonte.

- Llevas razón, parece que va a...

No te veo. Al volver la vista has desaparecido. Te llamo. Grito tu nombre. Al principio creo que es una broma, y te busco con una sonrisa. Seguro que esta detras de ese arbol, me digo para mi mismo. Que raro, aquí tampoco. La sonrisa desaparece. Ya no ando, corro. Y siento como el corazón se me altera. Relampagos. Una gota. Dos. Cien. Parece que no ha llovido nunca. Y no hay más arboles donde refugiarse. Y tampoco para esconderse. No puede haber corrido tanto. ¿Donde está? ¿Que ocurre?

Oscuridad. Ha parado de llover, aunque yo aun estoy mojado. Un segundo, no lo estoy. Solo la cara. ¿Son lágrimas? ¿Donde está el columpio? ¿Donde estas tú? ¿Porqué me siento tan triste, tan sólo? Te veo. Estas entre las sombras. Algo te ocurre. Te llamo. Me ignoras. No entiendo nada de lo que ocurre. El frío me cala los huesos y tiemblo. Pero no soy yo. Todo tiembla a mi alrededor. Todo se congela. Y tu sigues allí. Y cada vez te veo más lejos y cada vez te siento más lejos. Corro hacia ti. Todo se derrumba a mi alrededor. No entiendo nada. Por más que corro hacia ti más te alejas. Otra vez la lluvia. Otra vez el frio. No puedo más. Me siento caer.

Me despierto gritando. ¿Un sueño? Pero estoy empapado, ¿como puede ser?. Sudor. Mi corazón aun palpita desenfrenado mientras yo he caido paralizado en la cama, intentando superar el tremendo shock. Poco a poco me tranquilizo y me ubico. En nuestra cama. A tu lado.

Me giro buscando un abrazo que necesito, casi tanto como una ducha de agua fria. Pero no te encuentro.

Al principio dudo si aun estaré soñando. Pero poco a poco la realidad vuelve a instalarse en mi mente. No es la primera vez que desapareces, a altas horas de la madrugada. Maldita sea, pense que todo eso lo habíamos superado. Me sorprendo por el aviso que el subconsciente me ha brindado por medio de mis sueños, mientras la ira me invade. Y vuelvo a gritar. Y la tomo con la cama, que recibe una violencia que parece querer compensar todo el placer que acogía en nuestros pasados encuentros. Empiezo a llorar como un niño, porque siento que la pierdo. Pero no quiero perderla. No quiero. Y fundo las sábanas con el torbellino de mi ira, y compongo una tormenta de rabia que arrasa con la lámpara de la mesilla. Se que mañana me arrepentire, cuando tenga que explicartelo todo, y cuando tenga que pegar los pedazos de lo que se ha roto. Aunque temo que haya algunas cosas que, una vez rotas, ya no se puedan pegar. En ese momento solo puedo pensar en gritar y berrear, en llorar y en maldecir. Porque me consumen los celos. Porque me siento como un niño, al que le han negado un capricho. Necesitaba tu abrazo. Tu calor. Y solo tengo frío. Escarcha. Sin ti.

Ay, mi amor,
sin ti no entiendo el despertar.
Ay, mi amor,
sin ti mi cama es ancha.
Ay, mi amor,
que me desvela la verdad...
entre tu y yo la soledad,
y un manojillo de escarcha.

No hay comentarios: